Miller_Neurooftalmologia.4ed
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Capítulo 9 Neuropatías ópticas compresivas e infiltrantes
A B Figura 9-16 Infiltración de la papila óptica por neoplasias secundarias. A: Adenocarcinoma de mama metastásico en una mu jer de 47 años. Toda la papila óptica está infiltrada por una gran masa de tejido de color amarillo-blanco. Nótese la extensión del tumor por debajo de la retina peripapilar. B: Leucemia aguda en un niño de 15 años. Nótese la masa blanca elevada que oscurece la arquitectura normal de la papila óptica.
Los tumores metastásicos más comunes en el ner vio óptico son los adenocarcinomas, principalmente porque son los tumores metastásicos más comunes en todas las partes del cuerpo. En las mujeres, los carcino mas de mama y pulmón son los más comunes, mientras que en los hombres lo son los de pulmón e intestino. Otros tumores que pueden hacer metástasis en el ner vio óptico son los carcinomas de estómago, páncreas, útero, ovario, próstata, riñón y fosa amigdalina. Los cánceres de piel, el melanoma maligno y los tumores mediastínicos también pueden hacer metástasis hacia uno o ambos nervios ópticos. Raramente pueden pro ducirse metástasis aisladas en el nervio óptico de tumo res intracraneales, como los meduloblastomas. La propagación contigua de los tumores primarios desde los senos paranasales, el encéfalo y las estructu ras intraoculares adyacentes al nervio óptico es mucho menos frecuente que la metástasis al nervio. Debido a su íntima asociación anatómica con los senos paranasa les, el nervio óptico puede ser in ltrado o comprimido por un cáncer que surja en los senos o en la nasofarin ge. En la mayoría de los casos, el tumor invade la por ción posterior de la órbita o el seno cavernoso, lo que produce un síndrome caracterizado por pérdida de visión, diplopía, oftalmoparesia y neuropatía sensorial del trigémino. La mayoría de los pacientes con un tumor metas tásico al nervio óptico ya tienen un diagnóstico cono cido de un carcinoma primario, con otros indicios de metástasis, en el momento en que se produce la pérdida visual. Esto hace que el diagnóstico sea relativamente sencillo, mientras que la mayoría de los pacientes con un tumor que se extiende de forma contigua al ner vio óptico no se sabe que albergan un tumor cuando
experimentan por primera vez la pérdida de visión. En cualquier persona con un cáncer conocido en otra parte del cuerpo, con o sin otros indicios de metástasis, que desarrolle una neuropatía óptica debe sospecharse un cáncer como causa hasta que se demuestre lo contrario. Del mismo modo, en todos los casos con un tumor en la base del cráneo y desarrollo de una neuropatía óptica debe suponerse la extensión del tumor al nervio óptico, a menos que se haya realizado radioterapia previa en la región, en cuyo caso también debe considerarse la posi bilidad de una neuropatía óptica inducida por radiación. Deben realizarse estudios de neuroimagen en todos los pacientes en los que se sospeche que el cáncer ha in ltrado el nervio óptico. El diagnóstico por imagen suele mostrar reforzamiento del nervio, que puede o no estar agrandado. La mayoría de los tumores metas tásicos del nervio óptico muestran al menos una res puesta temporal a la radioterapia. El in ltrado del tumor meníngeo o la in ltración directa del nervio óptico pueden causar la pérdida de visión en el marco de la diseminación meníngea del carcinoma. Este fenómeno se denomina meningitis car cinomatosa o carcinomatosis meníngea . La frecuen cia de la afectación del nervio óptico en pacientes con carcinomatosis de las meninges oscila entre el 15% y el 40%. Los pacientes que desarrollan una carcinomatosis meníngea con pérdida visual pueden hacerlo después de que ya se haya diagnosticado la lesión primaria, normal mente de pulmón o de mama. En otros casos, la pérdida visual puede producirse coincidiendo con otros signos de meningitis crónica o como un hallazgo aislado como primer signo de la enfermedad. Aunque la ceguera puede comenzar en un ojo, sue le haber afectación de ambos en un corto período. La
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