Manual de tratamiento de la enfermedad renal crónica
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Capítulo 29 / Preparación para la diálisis
Normalmente, la diálisis autocontrolada la realiza y controla el propio paciente o su familia. En ella, el paciente acude a la unidad de nefrología a intervalos relativamente infrecuentes (1 a 6 meses), pero recibe ayuda de un equipo asistencial comunitario formado por un especialista clínico y por personal técnico (Suri, 2006), que puede ofrecerle asistencia telefónica o visitarle, según sea necesario (Lindley, 2006). La ubicación y los horarios de la diálisis autocontrolada pueden ser más flexibles que en la asistencia proporcionada por un profesional. Por este motivo, es más probable que la diálisis autocontrolada consiga la rehabilitación completa del paciente y es más compatible con la actividad laboral a tiempo completo. Con la diálisis autocontrolada se puede optimizar el tratamiento según las necesidades individuales del paciente, y éste puede conseguir mejores resultados y una mayor calidad de vida (Loos-Ayay, 2008). La diálisis puede realizarse de forma más confiable, segura y eficaz por el paciente que por un profesional que deba atender amuchos pacientes de forma simultánea. El autocuidado es muy apropiado para la diálisis domiciliaria. La diálisis domiciliaria (Marshall y Chan, 2016) es, en general, mucho más cómoda para el paciente, ya que se realiza en un entorno familiar cómodo y le permite participar en actividades familiares durante el tra- tamiento. Normalmente, la diálisis peritoneal automatizada se realiza con autocuidado y en el domicilio. Los esquemas más eficaces de diáli‑ sis sonmuchomás fáciles de realizar en el domicilio y raramente se ofertan en una unidad de diálisis ambulatoria. Aunque la diálisis domiciliaria se suele realizar como un tratamiento controlado por el propio paciente, los pacientes delicados o con limitaciones cognitivas todavía pueden recibir la diálisis a domicilio de manos de un profesional sanitario que acuda con una frecuencia regular (Olivier, 2007). Un tratamiento de hemodiálisis administrado más de tres veces a la semana se ha asociado con una mejoría de la supervivencia y una reducción de la mortalidad (Suri, 2006). También se ha publicado que las sesiones largas de diálisis nocturna con una frecuencia de 3.5 veces por semana (cada 2 sem) presentan mejores resultados (Tang, 2011). Escoger qué modalidad de diálisis preferirá un paciente requiere que éste tenga una considerable cantidad de información sobre los diversos tipos de tratamiento disponibles. Cualquiera que sea la estrategia elegida, será necesaria cierta planificación y preparación para asegurarse de que cada fase pueda realizarse de forma electiva y en el momento apropiado. En el caso de un adulto mayor con ERC y otras múltiples patologías, la fun- ción física y la expectativa de vida pueden verse reducidas por las otras patologías y no mejorar con la diálisis (Kurella Tamura, 2009). Por lo tanto, es menos probable que estos pacientes puedan manejarse con la diálisis autocontrolada y es más probable que padezcan los efectos adversos de la diálisis. Para algunos de estos pacientes puede ser apropiada una opción de cuidados terminales que no incluya la diálisis. Una preparación adecuada probablemente suavizará el impacto práctico y psicológico del inicio de la diálisis o de la elección de una vía terminal (Berzoff, 2008). La preparación adecuada para la diálisis se asocia con un mejor resultado a largo plazo (Devins, 2005). Si a los pacientes con una funcionalidad elevada se les proporcionan una preparación adecuada y todas las opciones estratégicas, es relativamente más probable que elijan la diálisis autocontrolada (Goovaerts, 2005; Manns, 2005), mientras que los AMPLE
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