Manual de tratamiento de la enfermedad renal crónica

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Capítulo 29 / Preparación para la diálisis

insignificante al principio y, desde el punto de vista del paciente, no com- pensa la carga del tratamiento con diálisis. Ocasionalmente, un paciente asintomático puede comenzar la diálisis para evitar anormalidades que ponen en peligro la vida, como hiperpotasemia o acidosis. En estos casos, el paciente está optando por la diálisis para un beneficio a largo plazo y reducción del riesgo, en lugar de por un beneficio inmediato a la salud. Es posible que la diálisis no sea capaz de evitar el desarrollo o la pro- gresión de los síntomas debidos a otras enfermedades diferentes a la ERC o a las concomitantes asociadas. Los pacientes dializados tienen un riesgo mayor de ciertos problemas de salud (p. ej., infecciones, enfermedades car- diovasculares) (Sarnak y Levey, 1999). Por lo general, estos pacientes aún necesitan continuar con el tratamiento de la ERC no basado en la diáli- sis, lo que comprende las restricciones dietéticas. Incluso cuando se trata con diálisis, la función renal residual ayuda a mantener la salud y mejora el resultado (Lee, 2017). Por lo tanto, una vez que comience la diálisis, los pacientes continuarán con los tratamientos orientados a preservar la fun- ción del riñón y a retrasar la progresión de la ERC. Normalmente, los tratamientos de diálisis no producen dolor u otros síntomas molestos. Los pacientes tratados con hemodiálisis pueden no‑ tar síntomas de hipotensión hacia el final del tratamiento, y pueden sentirse adormilados durante varias horas después de la diálisis. Cuando aparecen, los síntomas ocasionados por la diálisis son, generalmente, leves y maneja- bles. Probablemente, los pacientes más jóvenes y en mejores condiciones se consideraránmás perjudicados por las limitaciones prácticas impuestas por la dieta y la diálisis que por los síntomas. Una persona joven tratada con diálisis y sin enfermedades concomitantes significativas puede mante- nerse en un estado de salud plenamente funcional y laboral durante algu- nas décadas. Para la persona joven y empleada, la diálisis probablemente suponga importantes retos prácticos. Idealmente, este paciente se tratará con un trasplante, ya sea anticipado (como se explica en el capítulo 28) o lo antes posible una vez iniciada diálisis, y antes de que adquiera enferme- dades concomitantes significativas. Los adultos mayores y con una mala función física es muy probable que se vean más afectados por los síntomas concomitantes de la diálisis. Las limitaciones prácticas provocadas por la diálisis las tolera mejor una persona jubilada que una que está trabajando. OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN DEL PACIENTE Desde el punto de vista del paciente, las dificultades relacionadas con el comienzo de la diálisis pueden reducirse con una preparación antici- pada. Esta preparación comprende una oportuna provisión de informa- ción, el acceso a personas con conocimientos sobre la diálisis y a ayudas prácticas. Con frecuencia, esta provisión de información se proporciona mediante un proceso formal que implica visitas a domicilio, entrega de literatura médica relevante, presentaciones audiovisuales, charlas y talle- res prácticos. Por lo general, esta preparación la proporciona el centro o la organización que realizará la diálisis. La fase de educación del paciente precisa un tiempo sustancial que, normalmente, oscila entre unas pocas semanas y varios meses (Ravani, 2003). Los pacientes seguramente se volverán sintomáticos a medida que la función renal se deteriora cerca de un punto donde se empieza a conside- rar la diálisis. Es más probable que los pacientes comprendan y consideren AMPLE

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