Higgins. Neurociencia en Psiquiatría 3ed

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CAPÍTULO

Introducción

PERSPECTIVA GENERAL El cerebro no siempre ha sido de gran interés para la humanidad. Las culturas más antiguas no considera- ban que el cerebro fuera un órgano importante. Ni en la Biblia ni en el Talmud se mencionan enfermedades relacionadas con el sistema nervioso central (SNC). Los egipcios embalsamaban cuidadosamente el híga- do y el corazón, pero no consideraban que el cerebro fuera útil; en realidad lo extraían y lo desechaban. (Si en verdad hay una vida después de la muerte egip- cia, esos pobres faraones están pasando la eternidad sin un cerebro). Ahora estamos en la Edad neurocén- trica ( Neurocentric Age ) y el cerebro se considera el órgano más complejo del universo. George H. W. Bush, el expresidente de Estados Unidos, dedicó una década entera al estudio del cerebro. No se ve que el tracto gastrointestinal atraiga ese tipo de atención. Se ha recorrido un largo camino. El propósito de este libro es llevar al lector una revi- sión actualizada de cómo el cerebro realiza todas las cosas asombrosas que ahora se reconoce que es capaz de hacer. La mejor manera de leer este libro es de prin- cipio a Šn, lo que debiera dar al lector una comprensión exhaustiva, pero fácil de digerir, de los mecanismos de la conducta normal y de la enfermedad mental. Antes de comenzar se revisarán algunos principios o temas básicos que aparecen en este libro. Herencia Desde hace mucho tiempo se ha reconocido que la enfermedad mental afecta a varios miembros de fami- lias. En 1651, en La anatomía de la melancolía (The Anatomy of Melancholy) , Robert Burton resumió de manera sucinta este concepto, al menos para el alco- holismo, cuando escribió: “Un borracho engendra a otro”. El avance rápido hasta el siglo XX y estudios de familias a profundidad proporcionan hallazgos similares, aunque menos coloridos. Por ejemplo, con la esquizofrenia, si un miembro de una familia tie- ne la enfermedad, la probabilidad de que un pariente también la presente aumenta cuanto más cercano es Bouchard y otros han tratado de descifrar la naturaleza y la crianza al analizar características de personalidad en gemelos monocigóticos (idénticos) y dicigóticos (fraternos) —criados juntos y criados separados—. Al usar pruebas de personalidad para evaluar los cinco principales rasgos de la persona- lidad, encontraron más correlaciones para gemelos monocigóticos en comparación con dicigóticos, independientemente de si fueron criados juntos o separados (tabla 1-1). En otras palabras, los gemelos monocigóticos criados separados compartieron más características de la personalidad que los dicigóticos AMPLE su parentesco. La variable determinante parece ser el porcentaje de ADN compartido (Šgura 1-1). La domesticación de animales brinda otro ejemplo del control genético de la conducta. Charles Darwin, sin conocimiento alguno de los genes, creía que el tem- peramento de los animales domésticos era hereditario. Dmitry Belyaev, un genetista ruso, validó esto con su famoso experimento en zorros de granja en Siberia. Belyaev domesticó zorros salvajes simplemente al seleccionar y criar los animales más dóciles; comenzó con 130 zorros salvajes y usó una prueba sencilla de mansedumbre pidiendo a algunas personas que se acercaran a los zorros enjaulados, después se propi- ciaba el apareamiento de los animales más tolerantes. El proceso se repitió con la descendencia, cada vez buscando que se aparearan los animales más dóciles de la camada. En el transcurso de 20 años los zorros estaban domesticados y en un lapso de 40 años los descendientes de los zorros salvajes eran literalmente mascotas domésticas. Despierta interés que el cerebro de los zorros domesticados produjo menos corticoste- roides (las hormonas de estrés) y una concentración más alta de serotonina que el de los zorros salvajes. Es un poco perturbador aceptar que la personali- dad del humano, al parecer moldeada por los acon- tecimientos de la vida, en realidad está conectada con los genes. La excentricidad, la tacañería, el gre- garismo, la puntillosidad y demás, son más un pro- ducto de los genes que del ambiente. Sin embargo, ¿qué rol desempeña el ambiente en el desarrollo de la personalidad?

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