Strayer.Patología_8ed
Prefacio
Hace poco más de 100 años, en 1910, Abraham Flexner pu blicó un informe en el que evaluaba la educación médica en Estados Unidos. La encontró de«ciente. Gravemente de«- ciente. Muchas facultades de medicina no basaban su ense ñanza en los sólidos principios cientí«cos que sustentan la medicina. Muchas eran privadas, dirigidas a enriquecer a un pequeño número de personas, en lugar de enseñar medicina. La preparación de los estudiantes para la profesión médica era de«ciente, debido a una instrucción cientí«ca inadecua da, una experiencia insu«ciente con la atención al paciente y otras de«ciencias. En poco tiempo, alrededor de una tercera parte de las facultades de medicina del país cerraron. Los exámenes para obtener la licencia médica se convirtieron en la norma. A ello le siguió, y continúa, una era extraordina ria de descubrimientos cientí«cos que han proporcionado a la medicina fundamentos intelectuales que han tenido un impacto masivo en la salud humana, han vencido o reduci do el impacto social de muchas enfermedades y han hecho avanzar nuestra comprensión de las condiciones humanas normales y anómalas. Nuestro conocimiento de la química y la bioquímica, la biología celular y molecular, la «siología y la «siopatología, las ciencias de la población y el medio ambiente, la anato mopatología y la microbiología, la genética y la genómica, y muchos otros campos, ha crecido como la espuma. Este cre cimiento del conocimiento y la comprensión ha posibilitado el desarrollo de tratamientos hasta ahora inimaginables que han convertido enfermedades antes inexorablemente morta les en asuntos rutinarios que se abordan con displicencia en la práctica médica diaria. Ha dado lugar a vacunas que han eliminado (o casi eli minado) plagas que mataron y destruyeron las vidas de in contables millones de personas en el pasado. Es de esperar que la labor de prevención de enfermedades continúe (y siga avanzando) por la senda de los descubrimientos y desarro llos cientí«cos básicos, a pesar de los segmentos de la socie dad que distorsionan, menosprecian y restan importancia a gran parte de la ciencia que ha evitado tanto sufrimiento y salvado tantas vidas. En la enseñanza de la medicina, este crecimiento explo sivo y continuo de nuestra comprensión sobre la salud y la enfermedad humanas ha empezado a parecer formidable y abrumador. Así, se ha puesto de moda dar por sentados los fundamentos cientí«cos de la medicina y considerar la ciencia, que ha hecho posible tantas cosas, como árida, ar cana y de relevancia periférica para el cuidado diario de los pacientes. Esta tendencia en la enseñanza de la medicina a tratar las ciencias médicas básicas como si fueran geología o astrofísica (temas serios, sin duda, pero demasiado aleja dos de la actividad asistencial como para merecer una aten ción signi«cativa) se produce en un momento en el que, más que nunca, hay que saber. Estas tendencias nos preocupan. También tienen un coste considerable. Cada vez se co nocen mejor las enfermedades establecidas y surgen otras nuevas. La terapéutica se basa cada vez más en el engranaje de la bioquímica básica, la «siopatología, la genética y la biología molecular, y es cada vez más precisa y so«sticada
a la hora de dirigirse a pasos y mediadores especí«cos de la enfermedad. Esta dependencia cada vez mayor de los fun damentos aportados por las ciencias médicas básicas exige que los médicos comprendan en mayor profundidad, y no en menor, la naturaleza de las enfermedades que tratan y los principios cientí«cos que aplican en su tratamiento. Puede ser tentador descartar la inversión de energía en la comprensión de la patogenia de la enfermedad y los me canismos de la terapéutica, por una insistencia profesada, molesta y rancia en memorizar minucias. Pero cada pacien te es un individuo. Si uno está diagnosticando y tratando a personas enfermas, debería tener una buena idea de lo que está haciendo y por qué, en lugar de (como es una tendencia actual) seguir guiones formulistas diseñados por otra per sona para pacientes genéricos (entender lo que se hace es, por supuesto, una buena idea en cualquier circunstancia, y especialmente cuando se trata a pacientes). Solo entonces un profesional de la medicina puede comprender los síntomas y las presentaciones clínicas. Solo entonces podrá aplicar los tratamientos adecuados. Solo entonces tendrán sentido las consecuencias de esos tratamientos, que deberán buscarse, evaluarse y abordarse de manera adecuada. En una época en la que se calcula que cerca de un cuarto de millón de muertes anuales en Estados Unidos son consecuencia directa de los efectos imprevistos de intervenciones médicas cada vez más so«sticadas, no puede ser más importante que los médicos comprendan la patogenia de las enfermedades que aquejan a sus pacientes, cómo se supone que los tratamientos logran resultados bene«ciosos y cuáles son las rami«caciones (bue nas y malas) de estos tratamientos. Este es un libro de texto de Patología. Como médicos, nuestro adversario es la enfermedad. Con el «n de ayudar a los médicos en desarrollo, esperamos alimentar su compren sión de lo que se enfrentan, con la creencia de que la fuerza profesional y la e«cacia residen en esa comprensión. Nos centramos aquí, como indica el subtítulo, en los mecanismos de la enfermedad humana. Nuestro objetivo es ayudar a los futuros internistas, pe diatras, cirujanos y otros profesionales a prepararse para sus especialidades, familiarizándoles con sus oponentes y cómo se comportan: cómo se desarrollan las enfermedades y cómo afectan a los pacientes. Proporcionamos una base so bre la que los futuros clínicos de todas las especialidades pueden construir. La anatomopatología está bien posicionada para esta ta rea, ya que, como especialidad clínica, su objetivo fundamen tal es contar historias. No se trata solo de una compilación de hechos agobiantes y aislados, o de caminos nebulosos e innominados que deben memorizarse y olvidarse rápida mente. Es el drama de la inevitable fragilidad y mortalidad humanas que nos afecta a cada uno de nosotros, presenta do como conceptos y principios para comprender y aplicar. No se trata solo de la enfermedad, sino también de lo que las personas se hacen unas a otras. De ahí la importancia de nuestros debates sobre patología medioambiental y foren se. Aunque puede pasarse por alto fácilmente en medio de las presiones de tiempo y «nancieras de la práctica médica
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