Moore. Fundamentos de anatomía con orientación clínica

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Capítulo 9 • Cuello

Zonas de traumatismo penetrante Las guías clínicas para evaluar la gravedad de los traumatismos del cuello lo dividen en tres zonas (fig. C9-10), que proporcio- nan al médico una comprensión de las estructuras que se encuentran en peligro en caso de heridas penetrantes. • La zona I incluye la base del cuello que se extiende desde las cla- vículas y el manubrio esternal hasta el borde inferior del cartí- lago cricoides. Las estructuras que se encuentran en peligro son las pleuras cervicales, los ápices pulmonares, las glándulas tiroi- des y paratiroides, la tráquea, el esófago, las arterias carótidas comunes, las venas yugulares y la región cervical de la columna vertebral. • La zona II se extiende desde el cartílago cricoides hasta los ángu- los de la mandíbula. Las estructuras que están en peligro son los polos superiores de la glándula tiroides, los cartílagos tiroides y cricoides, la laringe, la laringofaringe, las arterias carótidas, las venas yugulares, el esófago y la región cervical de la columna vertebral. • La zona III se encuentra superior a los ángulos de la mandí- bula. Las estructuras que están en peligro son las glándulas salivares, las cavidades bucal y nasal, la bucofaringe y la na- sofaringe. Las lesiones en las zonas I y III obstruyen la vía aérea y presen- tan el mayor riesgo de morbilidad (complicaciones posquirúrgicas) y mortalidad debido a que las estructuras afectadas son difíciles de visualizar y reparar y el daño vascular es difícil de controlar. Las le- Cuello La radiografía tiene usos limitados y específicos en el diag- nóstico por la imagen del cuello. La radiografía que se toma de pie de los senos se puede usar para evaluar los niveles de aire-líquido en la sinusitis purulenta. La radiografía del te- jido blando del cuello (una técnica radiográfica diferente a la radiografía espinocervical) (fig. 9-27) se usa para buscar un agrandamiento de las adenoides y para examinar el contorno de la vía aérea en casos de laringitis (infección viral de la trá- quea subglótica). En casos en los que se sospecha epiglotitis aguda (una infección bacteriana de la epiglotis potencial- mente mortal), la rápida identificación del aumento de la epi- glotis, que puede lograrse con una radiografía lateral de tejido suave del cuello, puede proteger la vía aérea y salvar la vida. Las TC se usan para diagnosticar enfermedades infla- matorias de los senos paranasales, fracturas faciales graves e imágenes de corte transversal del cuello (fig. 9-28 A). Se realizan en el plano axial, y los datos se pueden usar después para reconstruir imágenes en los planos sagital y coronal. Las TC son superiores a las radiografías, ya que revelan di- ferencias de densidad radiológica entre los tejidos blandos y dentro de ellos (p. ej., en las glándulas salivares). Las angio- T É C N I C A S D E D I A G N Ó S T I C O P O R L A I M A G E N

siones en la zona II son más frecuentes; sin embargo, la morbilidad y la mortalidad asociadas son inferiores porque los médicos pue- den controlar la lesión vascular por presión directa y los cirujanos ven y tratan las estructuras lesionadas más fácilmente que en las zonas I y III.

Zona III

Ángulo de la mandíbula Cartílago cricoides

Zona II

Clavícula Manubrio

Zona I

FIGURA C9-10. Zonas de traumatismos penetrantes del cuello.

grafías por TC permiten la reconstrucción de las arterias en 3-D (fig. 9-29). Los sistemas de RM construyen imágenes de secciones transversales, sagitales y coronales del cuello, y tienen la ven- taja de no usar radiaciones (fig. 9-28 B). Las RM del cuello son superiores a las TC para mostrar el detalle de los tejidos blandos, pero ofrecen poca información sobre los huesos. La ecografía también es una técnica útil de diagnóstico por la imagen para el estudio de los tejidos blandos del cuello; proporciona imágenes de muchas afecciones de forma no invasiva con relativo bajo coste y con molestias mínimas. Es útil, por ejemplo, para diferenciar masas sólidas de masas quísticas, que pueden ser difíciles de distinguir durante la exploración física. La ecografía es la modalidad principal del diagnóstico por la imagen para evaluar los cambios morfoló- gicos de la glándula tiroides (la enfermedad funcional tiroi- dea se evalúa con procedimientos de medicina nuclear y con estudios de laboratorio). Mediante la ecografía endovenosa se pueden obtener imágenes de las arterias y venas del cue- llo (fig. 9-30 A y B). Para obtener las imágenes, se coloca el transductor dentro del vaso sanguíneo. Las técnicas de ecografía Doppler ayudan a evaluar el flujo sanguíneo intra- vascular (p. ej., para detectar estenosis [estrechamiento] de una arteria carótida). AMPLE

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