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El punto que se deja de lado en la visión popular del oxígeno es su naturaleza destructiva, es decir, el oxígeno altera las moléculas orgánicas (a través de la oxidación), y este proceso puede dañar todos los componentes vitales de la célula y producir una forma letal de lesión celular. De hecho, en los últimos 50 años se han acu mulado numerosas pruebas que demuestran que el oxígeno (la oxidación) es una fuente de lesiones patológicas en múltiples enfer medades. El aspecto destructivo del oxígeno ha sido descuidado en la medicina clínica y merece recibir más atención. Este libro di rige esa atención y reevalúa algunos conceptos tradicionales sobre cómo está diseñado el cuerpo humano en relación con el oxígeno y la manera en que debe utilizarse éste en la práctica clínica. En este texto se emplea una serie de preguntas para examinar o esclarecer una característica específica relacionada con el oxígeno. Hay dos secciones principales en el libro. La primera sección, titu lada “¿Qué importancia tiene el oxígeno?”, desmiente algunas de las creencias tradicionales sobre el oxígeno y las prácticas utiliza das para promover la oxigenación de los tejidos. Los dos prime ros capítulos examinan la importancia del suministro de O₂ en el papel funcional del corazón, los pulmones y el eritrón (la unidad hematógena de los eritrocitos), y la información presentada de muestra que, en cada caso, el transporte y la eliminación de CO₂ tienen prioridad sobre el suministro de O₂. El capítulo 3 examina la distribución del O₂ en el cuerpo humano, y revela que hay una escase£ de O₂ en los tejidos, y que el metabolismo aeróbico está diseñado para funcionar en ese entorno. El capítulo 4 analiza la creencia comøn de que la hipoxia tisular es la vía final com øn en la muerte de los organismos aeróbicos, y muestra que hay po cas pruebas que apoyen esta creencia. Los dos últimos capítulos de esta sección examinan dos prácticas comunes utilizadas para promover la oxigenación de los tejidos (es decir, la oxigenotera pia y las transfusiones de eritrocitos) y revelan la falta de pruebas de que cualquiera de dichas prácticas logre su objetivo. Además, cada una de estas intervenciones provoca una contramedida (p. ej., el oxígeno produce vasoconstricción) que ayuda a mantener el entorno de bajo O₂ en los tejidos. Limitar la exposición de los órganos vitales al oxígeno reducirá el riesgo de lesiones tisulares oxidativas, lo que da un propósito teleológico al interior pobre en oxígeno del cuerpo humano. La segunda sección del libro, titulada “¿Qué tan destructivo es el oxígeno?”, se centra en los efectos perjudiciales del oxígeno (oxi dación). Los capítulos individuales de esta sección describen los efectos generales de la oxidación (capítulo 7), la producción de “especies reactivas de oxígeno” y los mecanismos de la lesión ce lular oxidativa (capítulo 8), y la participación de las especies reac SAMPLE
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