Shubrook_Manejo de la diabetes en atencion primaria

Prólogo

Llevo muchos años inmerso en el núcleo de diversos colectivos de redacción, tanto nacionales como internacionales, dedicados al diagnóstico y tratamiento de la diabetes en todas sus formas. Cada vez que me sumerjo en estos comités no solo es para contribuir, sino para empaparme del conocimiento de expertos y estar al tanto de las consideraciones que se tienen en cuenta a la hora de decidir qué es lo mejor. Recientemente, tuve el honor de unirme al Grupo de redacción de la ADA/EASD centrado en el tratamiento de la diabetes de tipo 1 en adultos. Y hubo una inquietud persistente: el diagnóstico de la diabetes de tipo 1 en adultos. Recordé mis días como estudiante de medicina, cuando este diagnóstico parecía más sencillo. Se manifestaba en jóvenes delga dos, que sufrían de cetoacidosis diabética (CAD) y se veían obligados a depender de la insulina porque su cuerpo no producía insulina endógena. Pero, ¿qué pasa en la actualidad? Hoy en día, la mitad de los casos de diabetes de tipo 1 se diagnostican en adultos. Esos adultos pueden ser delgados, tener sobrepeso o presentar obesidad (en torno al 30 % en cada grupo). Muchos tienen autoanticuerpos positivos, pero otros no. Y, a pesar de esta posibilidad, la positividad para anticuerpos positivos no es definitiva para un diagnóstico de diabetes de tipo 1, ya que estos también pueden aparecer en la diabetes de tipo 2. La CAD, antaño un indicador casi seguro, ya no es un síntoma universal. Y, de los que la presentan, algunos tienen diabetes de tipo 2. Además, en personas menores de 35 años, lo que pensamos que es diabetes de tipo 1 puede ser en realidad diabetes juvenil de inicio en la madurez (MODY). Sin embargo, incluso aquí nos enfrentamos a una laguna en el conocimiento. La mayoría de la información genética que poseemos procede de estudios en personas caucásicas no hispanas que viven en el norte de Europa, especialmente en el Reino Unido. La demoledora realidad es que no tenemos ni idea de cuáles son las tasas en poblaciones hispanas, afroamericanas o asiáticas. Por último, solíamos pensar que, después de 5 años de tener diabetes de tipo 1, las concentraciones de péptido C serían muy bajas o no medibles. No obstante, hoy en día sabemos que el 25 % de las personas que han tenido diabetes de tipo 1 durante 40 años o más todavía tienen concentraciones medibles de dicho péptido. Actualmente se observan muchos más adultos que nunca con diabetes de tipo 1 de nueva aparición que es negativa para autoanticuerpos. En estos casos, ¿qué debe hacer un médico? Confiar en su juicio clínico y aprender de lo que hacen los demás. Y la mejor forma de aprender es de aquellos que atienden a una gran cantidad de personas con diabetes, porque no hay una única forma correcta de diagnosticar los muchos subtipos de diabetes, cada vez más diferentes, que se presentan en nuestros pacientes. En mi consulta veo más formas «atípicas» de diabetes que típicas, y, con el aumento de la disponibilidad de pruebas genéticas validadas, es muy posible que encontremos miles de subtipos diferentes tanto de diabetes de tipo 1 como de tipo 2. En este libro, el Dr. Shubrook se basa en su experiencia y comparte muchos casos para ense ñar a los lectores cómo abordar a cada paciente y sus necesidades únicas. Como siempre, la clave es no hacer daño. Para mantener a la gente a salvo y evitar la CAD, use insulina. Pero no hay que tener miedo a aumentarla y reducirla de forma segura, a probar otros medicamentos ni a aprender de cómo responde el paciente al tratamiento. Lo que funciona en una fase de la vida de una persona puede no funcionar en otra. Y no tenga miedo de pedir opinión a un colega. Por último, enseñe a sus pacientes a ser sus pro pios defensores, a hacer preguntas, pero a tener siempre claro cuáles son los objetivos de su

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