Internado rotatorio. Pediatría

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en cada consulta de niño sano. Es importante recordar que las lis‑ tas de puntos de referencia deben servir sólo como guía respecto del crecimiento y desarrollo, además de señalar que las destrezas se desa‑ rrollan dentro de un rango de edad predecible; algunos lactantes y niños pueden alcanzar las destrezas un poco antes y otros un poco después. En la AAP también se recomienda usar herramientas de detección más formales en las consultas de rutina del niño sano, como Ages and Stages (ASQ), Denver Developmental Scree‑ ning Test o el Child Development Inventory . Todos los niños a los 9, 18, 24 y 30 meses de edad deben valorarse respecto a un retraso del desarrollo con pruebas formales en el consul‑ torio del pediatra, incluso si no hay síntomas o preocupaciones. Estas pruebas están validadas, pero pue‑ den consumir tiempo y dependen mucho del informe de los padres; es importante resaltar que éstas corres‑ ponden a la detección y no se pue‑ den usar para hacer un diagnóstico. Igual de importantes que las prue‑ bas formales es indagar las preo‑ cupaciones de los padres acerca del desarrollo y observar de manera di‑ recta al paciente durante la consulta del niño sano. Contar con juguetes, crayones y otros accesorios apro‑ piados para la edad para observar de modo directo cómo el lactante o niño juega con los juguetes e in‑ teractúa con el cuidador es una forma sobresaliente para valorar los retrasos del desarrollo específicos de la edad.

intervención temprana basados en la comunidad para su valoración. Si se encuentra que tienen al menos un retraso del desarrollo moderado se les puede asignar a terapia del lenguaje, ocupacional, física o del desarrollo, según las circunstancias. Los programas de intervención temprana son gratis para las fami‑ lias que califican y el tratamiento puede hacerse de modo conve‑ niente en la casa o la guardería. Los retrasos del desarrollo se pre‑ sentan cuando un lactante o niño alcanza los puntos de referencia de manera más lenta comparado con otros de la misma edad, y puede ser focal, presentarse sólo en un domi‑ nio (p. ej., retraso del lenguaje de ex‑ presión) o ser total (afectar los cua‑ tro dominios). El trastorno del espectro autista (TEA) es una afección del desa‑ rrollo que se caracaracteriza por alteración de la interacción social, dificultades de comunicación y conductas, intereses o actividades restrictivos y repetitivos. El TEA afecta a uno de cada 68 niños; los varones la padecen con cinco ve‑ ces más frecuencia que las niñas y aquellos caucásicos tienen más pro‑ babilidad del diagnóstico que los afroamericanos y los latinos o his‑ panos. Puede haber una amplia va‑ riedad de síntomas y gravedad. Sin importar esta última, todos los niños con TEA se benefician de interven‑ ciones como la terapia ocupacional y del lenguaje; entre más temprana sea intervención, con frecuencia hay mejores resultados y función verbales. Es esencial reconocer que los padres de los niños con au‑ tismo, al igual que ante todos los demás casos de retraso del desarro‑ llo, también requieren apoyo para abordar los sentimientos de duelo, frustración y aislamiento en la

Si se identifica un posible pro‑ blema del desarrollo, entonces está indicada su mayor valoración por un proveedor entrenado. Los padres o pediatras pueden referir niños de 0 a 3 años a programas de AMPLE

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